EXPERIENCIAS ECLESIALES/BLOG

 

Claves eclesiológicas a partir de La 72

Por: Hugo Garibay

Entre lo poco que conozco sobre el tema, la casa de migrantes La 72 me parece una de las propuestas eclesiológicas más acabadas y mejor logradas del liberacionismo mexicano. Fruto de una tradición que ya cuenta al menos cincuenta años, recoge muchas de sus experiencias y de los aprendizajes que han surgido a partir de sus crisis y fracasos. A continuación enlisto una serie de ideas más o menos caóticas sobre la eclesiología que opera detrás de este proyecto y que se materializa en él.

1. Es un espacio con identidad cristiana, pero hasta cierto punto independiente y vinculado de forma flexible con la Iglesia institucional. La 72 se presenta como un proyecto de la Provincia Franciscana de San Felipe de Jesús, que se desprendió en 1996 de la Provincia del Santo Evangelio para desplazarse al sureste del país con un programa pastoral que abreva en la teología de la liberación. Sin embargo, el nacimiento de la casa se debe en realidad al empuje y la iniciativa de fray Tomás González, quien había sido enviado a la ciudad de Tenosique, Tabasco, para atender el creciente reto de la atención a los migrantes centroamericanos. Los franciscanos se ocupaban de ellos mediante un pequeño comedor en la parroquia del lugar, pero fray Tomás, con amplia experiencia en el campo de los derechos humanos de los migrantes, se dio cuenta de que para atender de la problemática con seriedad era necesario echar a andar un proyecto de otra naturaleza, apoyado por la estructura institucional de la Iglesia, mas independiente. En realidad, su funcionamiento descansa en el director operativo, Ramón Márquez, en un equipo de voluntarios de corta y de larga estancia (todos laicos independientes, algunos de los cuales ni siquiera son creyentes) y en la cooperación de importantes agencias internacionales ajenas a la Iglesia, como Médicos sin Fronteras. La casa se sostiene con donativos monetarios y en especie que provienen de dentro y de fuera de la iglesia, de la comunidad de Tenosique y de diferentes partes del mundo. El 90% de los mismos migrantes a los que se atiende son evangélicos, no católicos. Así, la identidad cristiana de La 72 no descansa en su adscripción a la Iglesia institucional, sino en el carácter evangélico de su misión. Esto no significa que La 72 sea completamente ajena a la parroquia de Tenosique. Por el contrario, podríamos decir que la ha evangelizado en la medida en que han comenzado a celebrarse "misas migrantes" e incluso misas LGBT en la parroquia, una de las cuales fue incluso noticia a nivel internacional por el escándalo que despertó en redes sociales una foto de la celebración. Estas celebraciones tienen la finalidad de poner en contacto a la comunidad de Tenosique con los migrantes para que se conozcan y superen la desconfianza inicial.


2. Su razón de ser no es la impartición de sacramentos, sino la acogida. Fray Tomás, por convicción, decidió no ordenarse sacerdote, de modo que pudiera vivir con mayor libertad y autenticidad el carisma propio de los discípulos de Francisco de Asís. La 72, en cierta forma, expresa esa postura. La capilla permite la celebración de sacramentos (ha habido numerosas eucaristías e incluso una ordenación sacerdotal), pero no está diseñada con una finalidad exclusivamente litúrgica. Estas, como ya mencioné, suelen celebrarse en la parroquia de Tenosique. Por el contrario, la capilla de La 72 (capilla de Cristo Migrante) muchas veces sirve como dormitorio para los migrantes y permite realizar mesas redondas, asambleas, representaciones dramáticas, etc. Y, más allá de la capilla, todo el complejo reinterpreta la tradición conventual franciscana desde una perspectiva liberacionista: hay un "claustro" (el patio de recreo), "celdas" (los dormitorios), "refectorio" (el comedor), cocina, portería (el módulo de recepción), "locutorios" (la sala de comunicaciones) e incluso un huerto (la granja agroecológica). Pero, a diferencia de los conventos tradicionales, sus usuarios no son hombres célibes que se recluyen en un edificio amurallado para protegerse del mundanal ruido y preparar, desde su aislamiento, la evangelización de sus hermanos: los usuarios de La 72 son tanto los frailes como los voluntarios y, sobre todo, los migrantes. Entre ellos hay algunos que pasan meses en la casa en espera de la solución de trámites migratorios. Es con ellos que fray Tomás logra un trabajo de concientización más profundo. Son los mismos migrantes quienes, con el acompañamiento de los voluntarios, se encargan de la casa: vigilan el ingreso y el orden en general; preparan y sirven los alimentos; coordinan las labores de limpieza, en las que participan todos los huéspedes; y, quienes lo desean, trabajan en la granja agroecológica a cambio de un jornal digno.


3. Es un espacio de evangelización integral y horizontal. La 72 constituye un espacio de formación en principios evangélicos para todo tipo de personas, laicos y ordenados, creyentes y no creyentes. Quienes piden acogida en la casa, reciben más que eso. Diariamente hay pláticas sobre derechos humanos para que los migrantes los conozcan y se empoderen. La prédica de fray Tomás de los sábados hace siempre una lectura del evangelio muy atinada y encaminada a construir lazos de solidaridad entre ellos. Las reglas de convivencia de la casa inculcan por sí mismas valores importantes como la no violencia, la gratuidad (dentro de la casa está prohibido comprar y vender, pues todo es para todos) y el respeto y la apertura a la diversidad: es por ello que en fechas recientes ha florecido en la 72 una creciente comunidad de refugiados LGBT que huyen de la violencia de género en Centroamérica y que juegan un rol protagónico en La 72. La casa también ofrece asistencia médica integral (gracias a Médicos sin Frontera) y asesoría legal gratuita. E incluso podríamos hablar de una formación política, pues desde el interior de la casa se organizan manifestaciones y protestas públicas en defensa de los derechos de los migrantes.

Pero La 72 es también un espacio de evangelización para los "evangelizadores". Varios novicios han sido enviados a servir a la casa como parte de su proceso de formación. Para uno de ellos la experiencia de contacto con los migrantes fue tan significativa que pidió que su ordenación sacerdotal se celebrara allí. Los voluntarios reciben durante su estancia una sólida formación en cuanto a la problemática de la migración y de la defensa de sus derechos. Y para cualquier persona que, como yo, visita la casa, el contacto con los migrantes no lo puede dejar indiferente. En fechas recientes se busca que ese modelo de evangelización alcance también a las comunidades en las que se inserta La 72 mediante actividades a la vez religiosas y políticas, como el viacrucis migrante, la pascua migrante, las posadas migrantes y la escuelita de derechos humanos.

En resumen, La 72 me parece una propuesta eclesiológica refrescante. Creo que la clave está en que pone en el centro de su proyecto y de su lógica de evangelización al pobre, al vulnerable. Los migrantes son el centro de todo: de la ubicación del lugar (a unos metros de las vías del tren), de su estética (basta ver las pinturas de la capilla de Cristo migrante y el resto de los murales), de sus ritmos y sus tiempos, de sus proyectos. La 72 se transforma a la par de la realidad de los migrantes que la visitan. Ello no significa que sea un espacio idílico, angélico, exento de conflicto. Por el contrario, el conflicto se asume y se atiende con herramientas evangélicas. Y el resultado es una eclesiología en la que tanto las distinciones entre miembros ordenados y no ordenados como la distancia entre evangelizadores y evangelizados se diluyen hasta niveles inimaginables en espacios eclesiales tradicionales. 

¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar